Esta es una crítica clara de Oda hacia esa visión del “Dios castigador” de las culturas antiguas, ese ente superior parecido a un Leviatan que cobra un poder omnipotente en base al miedo, creando temor en las personas puede dominar sus mentes sin ni siquiera estar presente, crea “la conciencia del pecado” haciendo que las personas no puedan actuar en base a lo quieran, prácticamente no pueden hacer nada que potencialmente enfade a “Dios”.
En el momento que creo “el pecado”, pasaron a ser cerdos de un matadero.