El segundo tomo de LWA continúa con el formato del primero, adaptando algunos capítulos de la serie, pero ofreciendo otros que suceden entremedio, por lo que no es una adaptación 1-a-1. De este modo, el manga es un muy buen complemento para quienes disfrutaron del anime, pero no necesariamente recomendable como punto de entrada a la franquicia.
Tanto la estética, como el ritmo narrativo reflejan muy bien el estilo fluido y vertiginoso del estudio Trigger, pero pueden resultar un poco abrumadores o saturados a veces (sin que sea un problema demasiado grande, por supuesto). Keisuke Sato, el encargado de la adaptación, hace un excelente trabajo con su interpretación de los personajes, sus personalidades y sus gestos, logrando adaptarlos perfectamente a un medio estático como el cómic.
Este tomo también incluye unas pocas páginas a color al inicio y mantiene la calidad de papel e impresión que caracterizan a Ivrea España.